Me llamo Lu Xiumin, de 51 a?os de edad, vivo en la aldea Heidouyu del pueblo de Huangsongyu del distrito Pinggu de Beijing. Soy una campesina común y corriente, tengo un marido casero y un hijo muy considerado. Como todas las mujeres del mundo, amo a mi marido e hijo, ellos son mi vida entera, para ellos puedo sacrificiar todo lo que posea. Sin embargo, no pienso ni en sue?os, que por el Falun Gong, yo pueda tomar un arma penetrante a herir a mi marido e hijo.
Todo esto se originó desde 1996. En la primavera del a?o, Liu Guiling de nuestra aldea vino a visitarme. Me propuso un tipo de ejercicio, diciendo que la práctica no sólo podría eliminar enfermedades y fortalecer la salud, sino también beneficiar a toda la familia, y finalmente podría convertirse en budas y ascender al cielo logrando la perfección. Luego, me dio un libro "Zhuan Falun". Cuando era ni?a, había creído en el budismo. Dentro de mi corazón, los budas personifican divinidades, justicias y misercordias, son inaccesibles, nunca pensé que algún día pudiera convertirme en buda. Así, con curiosidad y ansia, empecé a practicar el Falun Gong.
Al principio, me moderé un poco en la práctica, sólo lo practiqué en ratos de ocio, no pude retrasar las labores domésticas, por eso, mi marido me lo dejó y no me limitó la prácitca. En mi pueblo, lo practicaba antes que los demás, siendo jóven y culta, por lo que lo comprendía más fácil y muchos compa?eros de la práctica querían hacer intercambios conmigo. Consideraba que lo practicaba bien y estaba muy satisfecha, como resultado me involucraba más. Poco a poco, el centro de mi vida empezó a inclinarse al Falun Gong. No hacía labores domésticas atentamente ni comidas a tiempo, todo el día sólo lo practicaba o estudiaba el Fa, leía el libro "Zhuan Falun" muchas veces, e incluso podía recitar algunos artículos.
En aquel entonces, mi marido e hijo tenían muchas quejas de mí. Mi marido trabajaba fuera de casa, creía que era muy cansado para mantener a la familia, al regreso, quería ver a una casa limpia y ordenada, y tomar una comida caliente. Para mi hijo, estaba en el período de desarrollo físico y estudiando en la escuela secundaria, sus estudios eran muy múltiples y arduos. Dijo que no podía comer a tiempo, no lograba la nutrición necesaria, y el estudio estaba afectado. Los dos me persuadía con mucha paciencia a llevar la vida como antes y a dejar de gastar tiempo y energía en las cosas no importantes. Sentía mucha antipatía por esto. Pensaba: " la práctica es muy seria y superior a todo, ?cómo se puede compararla con la vida diaria?" Además, el maestro decía que "uno practica beneficiará toda la familia", y mi práctica era un beneficio para la familia. Por eso, no hacía caso de lo que me decían.
Una noche, cuando mi marido regresó a casa, al verme concentrada en la meditación, escuchando la cinta y practicando el Falun, mientras que mi hijo estaba delante de la mesa, comiendo el pan frío y haciendo deberes escolares, se sintió muy enfadao, me preguntó: "?Por qué no cocinas hoy? ?La práctica puede rellenarnos? El pan frío no puede nutrir al hijo quien está en el período de desarrollo físico." Me concentró en la práctica y no le hizo caso. Mi marido más enfadado lanzó la grabadora al suelo, murmurando: "No dejo que lo practiques más." Me dio sobresalto, al verle muy furioso, tenía resentimiento contra él, recordando lo escrito en el "Zhuan Falun", que "la práctica puede acarrear disgustos de diablos", "los diablos podrán molestarte en la práctica, no te dejarán practicarlo". Como resultado, le consideraba como el diablo que me molestaba en la práctica. Desde aquel día, me trasladé de la habitación principal a la de invitados para vivir sola.
En julio de 1999, el gobierno estatal prohibió el Falun Gong. Me quedaba muy angustiada y preocupada, pero mi marido e hijo decían contentamente que estaban muy satisfechos. Sentía enfado y odio a ellos, pensando que era razonable lo que el maestro decía, "ahora se pierde toda la simpatía de la gente, cada persona tiene la malevolencia de los diablos". A mi juicio, mi marido e hijo tenían mucha malevolencia de los diablos. Creía que los practicantes serios debían luchar contra los diablos que perjudicaban el Dafa. Era hora de probarme, y una buena oportunidad de ascender a un nivel más alto, por lo que no les hacía caso de las persuaciones, iba a la ciudad para protestar muchas veces y no dejaba de practicarlo.
Con el fin de convertirse en budas y lograr la perfección lo antes posible, abandoné todas las ideas distractoras, no hice nada excepto la práctica y el estudio de Dafa, ni hice caso a los demás. Finalmente, la situación exasperó otra vez a mi marido.
En la Fiesta del Medio Oto?o, los familiares vinieron a nuestra casa a celebrarla, pero creía que no tenía nada que ver con estas cosas diarias. Todo el día no salí de mi habitacón, ni saludé a los familiares.
Por la noche, después de que se retiraron, mi marido lleno de furia se lanzó a mi habitación, abrió la puerta a patadas, quemó todos mis materiales de la práctica, y arrancó la imagen del maestro de la pared, la pisando. Mi hijo lo vio todo al lado sin impedirle. Estaba trémula de ira, no pude decir ninguna palabra, me agarrotó la mente, sólo oí una voz que decía "ellos son diablos, no lo puedes practicar ante ellos, si quieres lograr la perfección, sólo puedes eliminarle, eliminarle...". Busqué un cuchillo por toda parte, pero no lo encontré, por lo que tomé algo cercano y rompí la ventana, cogí un pedazo grande y afilado, me lancé hacia ellos.
Cuando me eché sobre mi marido e hijo, gritando a locas y agitando el pedazo grande de cristal, me consideraban que estaba loca. Mi hijo lloró y me abrazó de una vez, diciendo que "mamá, mamá, ?qué está haciendo?" No pensé nana, ni dejé de actuar. Cuando el rojo me excitaba la vista, el brazo de mi hijo ya estaba herido por mí, le bortaba sangre del brazo. Al verlo, mi marido sintió muy furioso, me dio una bofetada, dejando una oración, "?estás capacitada para ser madre?" Corrió rápido afuera abrazando al hijo, me quedó atontada en el in situ.
Le llevó al hospital. Después de vendar y suturar la herida sin demora, no era nada seria.
Tras eso, mi marido me llevó al centro correctivo psicológico. Con explicaciones y análisis pacientes de los voluntarios anti-secta, iba conociendo gradualmente las enga?ifas del Falun Gong. Después de salir del hospital, mi hijo me visitó y me dijo: "mamá, no te echo la culpa, entiendo que herirme no es tu intención original, porque te intoxicas mucho con el Falun Gong." Al verle la herida del brazo, derramé lágrimas, como el dicho de que "tan feroz como el tigre todavía no come a su cachorro", pero pensaba qué había hecho antes, fue el Falun Gong que me hacía más fiera que el tigre.
En la actualidad, he logrado librarme de las trabas del Falun Gong, llevando una vida tranquila. Sin embargo, cada vez que yo vea la cicatriz del brazo de mi hijo, recordaré el pasado horrible y sentiré disculpa y remordimientos.