La foto de Hu Yanxiang
Me llamo Huang Tao, tengo 28 a?os de edad, y vivo en el tercer grupo del pueblo Hongxin del distrito Junlian de la provincia Sichuan. Nuestra casa está en la zona serrana llamada Pengzhou. Poseíamos varios acres de tierrra que plantábamos arroz y una huerta de té. Cuando mi padre estaba vivo, aparte de cultivar los cereales él siempre aprovechaba la temporada de pocas labores agrícolas para ir al distrito a trabajar. Mi madre se dedicaba a los quehaceres domésticos y criar cerdos y gallinas.
Desafortunadamente, cuando sólo tenía 7 a?os de edad, mi padre murió de enfermedad y la carga de mantener la familia cayó en los hombros de mi madre. La pobreza y la soledad le hacían desesperada a mi madre. Sin embargo, para sostener a la familia, mi madre se ocupaba cada día en las labores agrícolas y los quehaceres domésticos. Poco a poco iba prestando cada vez menos atención a mí y a mi hermano menor. Así me transformaba en más cazurro.
En 2001, al graduarme de la escuela secundaria del primer ciclo, salí de la casa sin despedirme de mi madre y fui a trabajar a una fábrica de la provincia Zhejiang que producía zapatos con unos jovenes del mismo pueblo. Con poca educación profesional, me limité a hacer las tareas duras tales como adhesión y pintura. Con el poco salario, sólo podía mantener la vida básica. Como mantenía contacto con materias venenosas a largo plazo, empecé a sentir débil y tener dificultad para respirar. En el enero de 2004, era tan débil que no podía seguir trabajando. No tenía otro remedio que volver a mi casa con el cuerpo lesionado.
Después de darme examenes médicos en el hospital del distrito, me diagnosticaron un quiste gaseoso del pulmón. Si quería curarme completamente, tenía que gastar una decena de mil yuanes. Como no disponía de tantos dineros, sólo compré unas medicinas convencionales. Sin embargo, el desastre siempre viene con compa?eros. En aquél entonces, a mi madre le diagnosticaron una diabetes y una hipertensión.
Como mi madre y yo ambos nesecitábamos ir al médico, se acabaron pronto los dos mil yuanes que llevé cuando regresé desde Zhejiang. De modo que no nos quedó nada. Mi hermano menor que todavía estudiaba en la escuela secundaria del primer ciclo en aquél momento tenía que abandonar el estudio e ir a otro lugar a trabajar, y mi novia de quien ya me había enamorado más de un a?o desapareció por completo.
En el mayo del 2004, era la temporada de intenso trabajo agrícola, pero me limité a quedarme en la casa para hacer los quehaceres. Los trabajos duros de la tierra y de la casa dependían de mi madre quien también estaba enferma. Afortunadamente, algunas tías que vivían en el mismo pueblo venían a ayudarnos. Las voluntariosas tías ayudaban a mi madre a trabajar en el día y le acompa?aban charlando por la noche. En aquella época les agradecía mucho.
Una noche a hora avanzada, fui despertado por murmullos. Al abrir la puerta de mi habitación, descubrí que mi madre y las tías se arrodillaban en el suelo murmurando sin cesar algo que no entendía y en la pared había una bandera blanca con una cruz roja. Una tía dijo que ellas confían en Cristo Sanshu y mi madre también. Con tal de que ingresara en la asociación de discípulos, confiara en Dios y insistiera en rezar cada día, se curarían todas las enfermedades sin tomar medicinas o recibir inyecciones. "Con confianza en Dios se puede eliminar todos los karmas y gozar de buena salud y seguridad todo el a?o.""Con confianza en Dios se puede ir al cielo, y sin ella hay que ir al infierno.""Con confianza en Dios se puede disponer de los cultivos de vida."
Desde ahí, a petición de la asociación de discípulos, mi madre puso una tela blanca con una cruz roja en la pared de su habitación y insistía en rezar frente de ella por la ma?ana y por la noche cada día. Abandonó las medicinas para bajar la presión arterial y curar la diabetes.
Ella no sólo tenía confianza en Cristo Sanshu sino me pedía que le confiara. Me rechacé. Pues ella no me permitía tomar las medicinas que me recetaron los médicos. Le impedí por consejos y le supliqué, pero en todo caso se tapó los oídos.
En el junio del 2005, sufrí un síncope por el agravamiento de la enfermedad. Unos vecinos y parientes me llevaron al hospital del distrito. Cuando me desperté, no vi a mi madre sino los que me llevaron al hospital. Me desesperé totalmente. El dinero que juntaron los vecinos y parientes sólo bastó para algunos tratamientos sencillos. Volví a la casa el día siguiente.
El día 23 del julio del 2005, mi enfermedad se agravó aún más. Encontré a mi madre y le supliqué que me diera algún dinero para comprar medicinas. Mi madre adicta al Gong no sólo rehusó mi suplicación sino me reprochó que tenía los sufrimientos porque no confía en Cristo Sanshu. Discutí con ella y de pronto corrió y encontró una palanca que se usaba para llevar agua. Me golpeó diciendo que quería ayudarme a eliminar mis karmas y ahuyentar la enfermedad. En aquél momento estaba desesperado totalmente y sin razón. Cuando disputamos por la palanca, le choqué el cuerpo contra el rincón y le hizo da?o en la cabeza. Ella murió in fraganti.
En el cárcel, me arrepentí de haber matado a mi madre con mis propias manos. No obstante, si la odiosa asociación de discípulos no le hiciera adicta, ella no me golpearía con la palanca para eliminar los karmas y si así, no le mataría inesperadamente. Era la asociación de discípulos que destruyó mi familia, mató a mi madre y me hizo caer en el abismo.